Cómo cuidar tus collares y pendientes artesanales para que duren más tiempo

Identifica materiales y piedras de tu pieza

Lo primero no es “limpiar”, es saber qué tienes entre manos. No todos los collares y pendientes se cuidan igual: cambia si es plata 925, baño de oro, acero, latón, hilo o cuero, y cambia aún más si monta piedras naturales delicadas.

En mi taller trabajo mucho con minerales en bruto que transformo en cabujones y engarzo en plata de ley. Esa mezcla “metal + piedra” es preciosa, pero implica dos cuidados a la vez: el del metal y el de la gema. Si dudas, fíjate en el color del metal (la plata tiende a oscurecerse con el tiempo), el cierre (mosquetón, gancho, presión), la dureza aparente de la piedra y si hay hilos o cuentas pequeñas.

Plata 925, baño de oro, acero, latón y hilos: qué cambia en el cuidado

  • Plata 925: con el aire se sulfura (se pone oscura). Se limpia con paño suave y solución jabonosa ligera. Evita productos abrasivos, lejías y pulidores agresivos.
  • Baño de oro / latón bañado: más “delicados” porque el brillo es un recubrimiento. Nada de frotar fuerte ni químicos.
  • Acero inoxidable: muy resistente; acepta limpieza suave frecuente, pero ojo con piedras pegadas.
  • Latón sin baño: puede perder brillo y oscurecer; un paño seco frecuente ayuda.
  • Hilos/cordones/cuero: el agua y los perfumes los castigan. Limpieza en seco y guardado lejos de humedad.

Piedras con “alma”: amatista, piedra luna, fluorita, ónix (y su dureza)

Las piedras naturales son bellas y vivas. En mi caso, siento que “vibran” y por eso siempre digo: elige la que te elige. Pero esa energía convive con la realidad física: cada mineral tiene una dureza y una porosidad.

  • Fluorita (dureza 4): muy bonita, algo frágil; “mimos extra”.
  • Piedra luna y amatista: soportan limpieza suave; secado inmediato.
  • Ónix, cuarzo, jaspe: suelen ser más resistentes, aun así evita choques y químicos.

Limpieza segura, paso a paso (sin perder brillo ni energía)

Aquí va mi método base, el mismo que enseño cuando me preguntan en feria:

  1. Desmonta mentalmente la pieza: piensa “metal + piedra + hilo”. Si algo no debería mojarse (un hilo de algodón, por ejemplo), no lo mojes.
  2. Solución jabonosa suave: agua tibia + una gota de jabón neutro (no detergente de cocina fuerte).
  3. Paño de microfibra: humedece ligeramente y limpia el metal con movimientos suaves.
  4. Piedras: paso rápido con paño apenas humedecido; nada de remojarlas si no estás segura del mineral.
  5. Secado inmediato: papel suave, sin frotar.
  6. Pulido ligero en plata con paño específico; evita pastas abrasivas en baños de oro.

Truco de taller: cuando trabajo engarces en plata, protejo la piedra con cinta de papel si necesito insistir un poco más en el metal. En casa, imita ese efecto: limpia la plata sin “arrastrar” fuerza hacia la gema.

Jabón neutro, paño suave y cuándo no usar ultrasonido

El ultrasonido es fantástico en manos profesionales, pero en casa puede aflojar engarces y perjudicar piedras porosas o con fisuras internas. Regla fácil: si dudas, no lo uses. Prefiere el método jabonoso suave y más paciencia.

Trucos del taller para engarces y cierres

  • Cierres de presión y ganchos: revisa que no tengan juego; si lo notas, guarda la pieza y tráela al taller.
  • Cadenas finas: límpialas sobre un paño para que no se enreden.
  • Piedras pegadas: cero inmersiones y cero calor.

Almacenaje que evita golpes y enredos (especial collares)

La mitad de los “accidentes” no ocurre al llevar la joya… sino al guardarla. Si tu joyero es un “cajón de sastre”, estás acortando la vida de tus piezas.

  • Bolsitas individuales (tela suave o zip con micro-agujero) para separar metales y evitar micro-rayas.
  • Joyeros con compartimentos y ganchos para collares largos: que cuelguen, no en madeja.
  • Sílice gel o bolsas anti-humedad si vives en zona húmeda.
  • Cierre fuera: para viajar, cierra el collar dejando el cierre fuera de la bolsita; así, si asoma, no raya la piedra.
  • Capas sin enredos: guarda cada collar por separado; si te gustan los “layerings”, monta el set y desmóntalo antes de guardarlo.

En mi mesa siempre repito: “lo último que te pones, lo primero que te quitas”. Perfumes, lacas, cremas… todo antes de la joya. Y al llegar a casa, la joya descansa primero.


Lo que desgasta de verdad (y cómo evitarlo)

  • Agua (ducha, piscina, mar): debilita hilos y puede oscurecer metales.
  • Perfumes y cosmética: dejan película; aplicarlos antes y esperar a que sequen.
  • Cloro y salitre: enemigos del brillo.
  • Sol directo y calor: pueden alterar algunos colores y adhesivos.
  • Humedad ambiental: acelera el oscurecimiento de la plata.

Nota de artesana: yo trato mis piezas con cariño porque creo que conservan la energía de la piedra; si las sometemos a químicos y golpes, perdemos brillo físico… y esa “presencia” especial.


Cuidado especial por tipo de piedra

Fluorita (dureza 4): mimos extra

La fluorita me encanta por sus bandas y su “calma” visual, pero es delicada. Limpieza muy corta y secado inmediato. Nada de bolsas apretadas con otras piezas: estuche propio y sin presiones.

Piedra luna y amatista: limpieza suave y secado inmediato

Ambas agradecen un paño húmedo muy ligero y luego secado. Evita productos químicos, evita ultrasonido casero y no las expongas a calor.


Purificar y “recargar” tus piedras sin dañar la joya

Para mí, las piedras tienen vibraciones y por eso también cuido su parte energética. ¿Cómo hacerlo sin estropear metal o baño?

  • Métodos secos/indirectos:
    • Humo (salvia, palo santo): pasa suavemente la pieza sin acercar demasiado.
    • Luz de luna (especialmente luna llena): déjala cerca de la ventana sobre una geoda o una drusa.
    • Geodas/cuarzo: reposo unas horas para “descargar”.
  • Evita: sal directa (corroe metales y baños), inmersiones prolongadas, sol fuerte (puede alterar colores) Esto referido a los metales, puesto que a las piedras en su soledad se recargan con sal.
  • Si la pieza tiene hilo o pegamento, todos los rituales deben ser breves y en seco.

Como siempre digo: “cuida la joya como cuidas su energía”. El ritual debe respetar el engarce, el baño y el hilo.


Mantenimiento periódico y reparaciones

  • Cada 2–3 meses: limpieza suave y revisión de cierres.
  • Señales de alerta: hilos pelusientos, anillas abiertas, piedras con “bailes”.
  • Cuándo venir al taller: si hay holguras, si el baño ha perdido color, si un cierre no hace “clic” firme, si la cadena viene enredada y no quieres forzar.

En el taller ajusto, repaso engarces, renuevo hilos y, si hace falta, re-encastro la piedra. Mejor una visita a tiempo que una pérdida.


Checklist rápido (guárdalo)

  • Me pongo la joya lo último y me la quito lo primero.
  • Limpio con jabón neutro + paño de microfibra.
  • Seco al momento.
  • Nada de químicos fuertes, nada de ultrasonido en casa si hay dudas.
  • Guardo separado, con sílice gel si hay humedad.
  • Para piedras delicadas (fluorita, malaquita): cero inmersiones y estuche propio.
  • Ritual energético en seco: humo, luna, geodas.

Conclusión

Cuidar collares y pendientes artesanales es más sencillo de lo que parece: identifica materiales, sé suave en la limpieza, mima las piedras y organiza bien el almacenaje. Yo trabajo cada pieza a mano y creo que la elección de la gema no es casualidad; por eso, cuando tratamos bien la joya, dura más y también brilla diferente.

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